martes, 25 de junio de 2013

Vuelta a los infiernos

Con la aptitud adecuada los obstáculos se difuminan y el camino se allana.

Llevo quince días de descanso casi absoluto, cogiendo un par de veces la bici y saliendo otros dos días a trotar, es hora de recuperar el desgaste de la temporada y con los años cada vez cuesta un poquito más,
así que aprovechando uno de los pocos fines de semana del año sin tirada larga, nos acercamos al Valle del Jerte a hacer una ruta senderista por la Garganta de los Infiernos.


La última vez que estuve, hace dos meses, fue para correr por la reserva su preciosa carrera, y es curioso como ahora al volver a recorrer veredas, caminos y riscos marchando tranquilamente cambia la percepción y el recuerdo que tenía. Había zonas por las que no creía que hubiera podido pasar corriendo, peñas y escalones que costaba trabajo pasar, distancias y desniveles en la lejanía que ahora se me antojaban imposibles.


Creo que la diferencia está en la aptitud, no es lo mismo ir de paseo que preparar cuerpo y mente durante semanas para la carrera. Al igual que en un entreno rutinario nos cuesta improvisar unos kilómetros o unas series más, cuando estamos verdaderamente mentalizados, pocos desafíos se nos resisten.


Toca ir volviendo a entrenar poco a poco, en Julio todavía iré suave, metiendo bici y cuestas, al gimnasio no acabo de encontrarle acomodo, a partir de Agosto la disciplina volverá para aplicar el nuevo plan de entrenos, al mismo tiempo habrá que ir trabajando la cabeza para llegar a las carreras de otoño con la aptitud ideal que haga que al comenzar a correr las distancias se acorten, las piedras se difuminen y las trochas se allanen.

martes, 11 de junio de 2013

Carrera Pencona Aldeanueva de la Vera

Si en mitad de la carrera hubiera tenido que predecir mi resultado final no habría acertado ni de lejos, a veces, las sensaciones engañan.

Madrugón de los buenos para poder desplazarme junto a dos compañeros de equipo con tiempo a una carrera que comenzaba a las 8 de la mañana, solo nosotros podemos entender como podemos levantarnos antes de las 5 con alegría y sin necesidad de despertador el único día que tenemos para dormir un poco más, viajar 120 kms. y pasar varias horas corriendo con otros locos tiritando de frío, abrasados de calor o soportando chuzos de punta. Pero claro, como siempre me dicen en casa cuando me quejo por algo de correr: sarna con gusto...

Comentamos en el coche las predicciones del tiempo, hubo tormentas el viernes y el sábado en la zona y aunque el día amaneció bueno, según nos acercábamos al pueblo, veíamos la sierra cubierta de buenos nubarrones y hacía bastante fresquito.
Finalmente se confirmó la noticia de que se neutralizaba la subida al alto de La Panera por niebla espesa y rachas de ventisca y lluvia fina que con la dificultad ya de por si alta del terreno la hacía peligrosa. Con todo quedaba una carrera exacta a la del pasado año, con algo menos de 23 kilómetros y algo más de 1.300 metros de desnivel positivo.

Recordaba bien la carrera del año anterior ( el tener las crónicas en el blog de carreras pasadas también ayuda, claro) y me había marcado una estrategia conservadora, pero con la neutralización de esa subida a La Panera dudé un poco y finalmente decidí arriesgar un poco más, al fin y al cabo este año iba bastante más adaptado a la montaña que el año pasado y aunque llevo bastante tralla, no tengo la carga de los tres maratones que hice en Febrero, Marzo y Abril del 2.012.

La carrera sale ligera y no me quedo atrás, hago los dos primeros kilómetros a 4:42 min/km callejeando por el pueblo, pero al poco de comenzar las primeras rampas, no me noto fino, empiezo a sentir molestias en la zona lumbar y las piernas no me responden como quisiera. Sé que quedán más de ocho kilómetros de ascenso casi continuo y decido tomármelo con tranquilidad, pongo un trantran suave y me pasan algunos corredores, aun con eso recuerdo el año pasado que hubo tramos que hice andando y sin embargo ahora en ningún momento lo necesito. Las sensaciones eran malas, pero luego he comprobado en el garmin connect que iba mejorando y por mucho los tiempos del año pasado.

Llegamos al avituallamiento del km.8, traguito ligero de agua y para arriba, sé que comienzan los tres kilómetros más duros hasta el paso de los buitres, donde tienes que andar-trepar sí o sí en fila india y no quiero perder más posiciones. Hasta ahora, a pesar de que iba mejor que el año pasado, mis sensaciones seguían siendo malas, pero con la dureza  del terreno y el clima mejoran, hay ventisca y niebla y al ir muy parados y mojados la sensación de frío es grande, hice bien en dejarme la camiseta térmica debajo y ahora comprendo a los organizadores al cortar la subida a la zona más alta. Subo a buen ritmo tras los que me preceden, aunque decir a buen ritmo por aquí es entre 14 y 15 min/km. Las piernas se cargan cada vez más pero las molestias lumbares desaparecen, supongo que el ir tirando de riñones ha hecho que la zona se caliente bien.


Pasamos una vereda pedregosa y peligrosa hasta el otro lado del monte y tras una caída con torcedura del dedo pulgar de una mano sin consecuencias, el terreno cambia y comenzamos a descender, son prados de hierba alta totalmente encharcados y los pies, después de saltar varios riachuelos, finalmente sucumben al frescor del agua. La hierba y el matorral cada vez son más altos y el suelo más empinado, con lo que el descenso se transforma en un tobogán en el que raro es el que no pega algún culetazo, nos alcanza la primera chica que baja realmente bien y varios corredores llegamos juntos al siguiente avituallamiento.
Terreno técnico o trocha de cabras

A partir del km. 15 empiezo a estar cada vez mejor, tomamos una pista forestal donde se puede correr rápido y doy alcance a varios corredores antes de comenzar el último tramo de subida, tras atravesar un riachuelo y una zona muy embarrada afrontamos el último tramo técnico, una bajada larga y espectacular por una calzada romana de piedra donde jugamos a la ruleta rusa con los tobillos y que lleva prácticamente a la meta..

Cruzo la meta en 2h36'59'', cuarto de mi categoría y rebajando en casi veinte minutos el tiempo del año pasado. Un minuto después llega la primera chica, a la que felicito por su gran carrera y compruebo que es la misma junto a la que llegué en la Carrera de la Garganta de los Infiernos, aunque esta vez le gané yo.

Curioso el comprobar como a pesar de llevar malas sensaciones al principio, los tiempos de paso por kilómetros han sido todos mejores que el año pasado, como muestra el último kilómetro de bajada por las piedras lo hice el año pasado en 7'02'' y el domingo en 5'35''. Vaya si se nota el entrenamiento específico.

En meta recojo la tradicional limonada casera pencona, la mejor del mundo tras el esfuerzo y voy a la piscina natural, con agua helada que fue mano de santo para los pies embarrados y las piernas cargadas.

Organización, como siempre perfecta, con barra libre y migas para corredores y acompañantes, después entrega de premios y sorteo de regalos a los que ya no nos quedamos, la única pega no haber podido realizar el recorrido original que nos tenían preparado, porque esa subida a la Panera prometía emociones fuertes, habrá que esperar al año que viene.

Ahora voy a parar totalmente dos semanas, quiero descargar bien músculos y articulaciones con vista a empezar muy suave de nuevo cruzando entrenos con la bici, intentaré ir al gimnasio y a finales de Julio comenzaré con un plan para las carreras de otoño, Maratón de Montaña en Septiembre, 23 kms. por las Cumbres Hurdanas en Octubre y Maratón de asfalto en Noviembre o Diciembre.

jueves, 6 de junio de 2013

Parafraseando

Me gusta cuando corro porque estoy como ausente.


Más por el monte, fue hace unos días, salí pronto, durante dos horas aunque no se paró me bajé del mundo, no me crucé con nadie, la sierra mía, que fortuna.
Al final del cortafuegos me giré, era imposible que hubiera podido subir trotando, pero como no lo sabía lo hice.
Y volví a bajar.
Y volví a subir.
Arriesgué bajando para ganar y le gané.... dos horas de tiempo al día, el tiempo es vida.
Cuando diecinueve kilómetros y novecientos metros de desnivel positivo después llegaba al coche no estaba triste porque acababa, sonreía porque pude disfrutarlo.
Está claro, cada día sabemos más y entendemos menos.

* Sin las citas originales de Pablo Neruda, Groucho Marx, Jose Luis Sampedro, A. Einstein y García Márquez no hubiera podido escribir esta entrada.