martes, 24 de noviembre de 2015

La interminable travesía del desierto

Como atravesar un desierto, la lesión se va haciendo cada vez más dura cuando sigues sin ver el final y ya casi te has olvidado del principio.


Debería ser fácil. En el telediario sale el médico de un famoso futbolista que se ha lesionado: 
  - Según la resonancia, la rotura fibrilar es de 5,8 cms. Con el tratamiento adecuado podrá jugar en 40 días - .... y lo clava. 
El resto de los mortales nos tenemos que conformar con un: 
- A lo mejor se te ha inflamado el tendón, aunque no se ve nada extraño, supongo que te irá bien el reposo, el frío y tomar antiinflamatorios unos días - .....y así van 150.

Ya no me importa la causa, me importa la consecuencia. Me cansé de no correr y he vuelto a hacerlo, el dolor sigue presente al principio y al final, pero me deja ese espacio en medio que para mí es irrenunciable, a veces son unos pocos minutos, otras veces, las mejores, me deja media hora a 4:30 disfrutando de su olvido, curioso que me duela menos yendo más rápido.

En esta larga travesía por el desierto, recientemente he encontrado un pequeño oasis. Un oasis que me permite hacer 25-30 kilómetros semanales y 80-90 de bici de montaña en cuatro o cinco salidas, y la verdad es que me encuentro a gusto en él. No me vienen ansias por competir, no hecho de menos para nada los días duros de series o tiradas largas, llevo el garmin de adorno y ni siquiera me agobio al pensar que estoy inscrito para Sevilla y no voy a llegar ni de coña.
No sé si este oasis se mantendrá hasta el borde mismo del desierto, aparecerá de pronto un camino y podré volver a correr con libertad por asfalto o por el monte, o se desvanecerá de golpe teniendo que volver a la ardiente arena de la inactividad, de la de olvidarse del Maratón, quizás para siempre. 

Seguiremos intentándolo.